Escuchaba ayer en la radio un argumento que no por repetido deja de ser molesto para cualquier persona que haya reflexionado sobre el problema de la pobreza, y que tiene mucho que ver con los problemas ambientales, que son los que a  mi me preocupan. El argumeno citado es que son, o somos, los países ricos los que generamos pobreza, un argumento equivalente a aquel que dice que son las personas ricas las que hacen que los pobres lo sean.

Deriva este argumento de una inmensa falacia: Que la riqueza es algo que está “ahí“, que se puede coger y repartir o coger y concentrar. Esta idea es a su vez consecuencia del error de una teoría económica basada en la estática, en la física de los cuerpos en equilibrio. Según esto, nada mejor que repartir esa riqueza por igual, sin caer en la cuenta de que a) No hay nada que repartir pues la riqueza es un concepto dinámico que se crea y genera segundo a segundo, b) que en el momento en que esa “riqueza” imaginaria estuviese repartida, habrían cesado los gradientes necesarios para hacer que se generase esa misma riqueza.

La riqueza es un concepto dinámico, y su mejor definición es la de energía. Un bosquimano es rico cuando ha conseguido cazar una pieza grande que le permite dar de comer a muchos de su familia y durante mucho tiempo. Un masai es rico cuando tiene muchas vacas que le dan mucha leche: Mucha energía para sobrevivir. La caza no está “ahí”, para cogerla y distribuirla paritariamente: Hay que esforzarse en capturarla, gastando parte de la energía disponible. Los rebaños de vacas no crecen por si solos: Es preciso dedicar mucho tiempo y energía para que lo hagan.

Se dice que los “ricos” quitan a los pobres los recursos para que éstos se hagan ricos. ¿Por qué los pobres no se resisten y se hacen ellos ricos para impedir ese expolio? Hablaba ayer el presidente Zapatero de la pobreza en Iberoamérica. Me contaban de un emigrante peruano en España que enviaba el dinero ganado aqui con su trabajo a su madre en Perú. Al cabo de un tiempo descubrió que su madre se lo había gastado todo en el bingo. ¿Es culpa de los países ricos que ese dinero se gaste en el bingo? De la misma manera, Europa y los países árabes han enviado sumas ingentes de dinero a Palestina, que los palestinos se han esforzado en convertir en armas para una guerra sin sentido, en vez de convertirlo en fábricas para ganar a los israelitas por la mano, con el dinero y el trabajo. Durante mil años Europa fué pobre porque se dedicó a tirar su dinero en guerras que no conseguín ningun resultado. Llevamos 60 años sin guerras y es evidente que somos ricos.

La misma falacia aparece en las cuestiones ambientales: Se dice constantemente que “cuidar del medio ambiente” es caro, que combatir el cambio climático “cuesta” 150.000 euros/año. Deriva ésto de nuevo de la teoría económica del equilibrio en la cual la riqueza es algo fijo que se reparte en gastos diversos.

La idea real es la contraria. La riqueza es energía en flujo. No hay riqueza fija sino que se la puede aumentar o disminuir. Cuidar el medio ambiente es poner la riqueza en circulación y mantener la fuente de riqueza, que ha sido siempre,  lo es hoy y lo será mañana, la energía que capturamos de la única fuente real: el Sol.

EEUU era pobre en 1750. Pero se puesieron al trabajo. Parte de la riqueza de los EEUU derivó, primero, de la caña de azucar.  Cuba tenía más que Jamaica, pero ¿La supimos aprovechar? Luego del tabaco. En Iberoamérica se podía cultivar más tabaco que en Virginia, pero lo que cultivabamos no generaba la riqueza que generaba en los EEUU. Despues el algodón, luego el petróleo. Mejico tenía y tiene tanto algodón y petróleo como los EEUU, pero su población es más pobre. Y eso que acaparadores y explotadores los hay en mayor número en los EEUU que en Mejico.  ¿No será que la población americana se ha preocupado de defender sus derechos como no lo ha hecho la mejicana? Hacerse rico exige trabajar, pero no trabajar 8 horas. Exige trabajar 16 horas al día. Exige trabajar en la fábrica, en el campo, en la oficina, y luego estudiar, prepararse para mejorar.  No tiene sentido “ayudar” a los que no se ayudan ellos mismos. Será duro, pero esa es la ley de vida.